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De qué hay que curar a cada paciente, y como descubrirlo.

  • Foto del escritor: Emilio Lara
    Emilio Lara
  • 1 may 2023
  • 4 Min. de lectura

La principal pregunta que hacer en cada caso individual es: de qué tenemos que curar a cada paciente.


Si estamos de acuerdo con que las manifestaciones en el cuerpo no son más que la consecuencia de la enfermedad, y no ésta misma, se hace imprescindible un estudio mucho más esquemático y profundo de cada caso en particular.


El ser humano es alguien en constante y permanente evolución.


Desde el periodo embrionario antes de nacer, hasta después de nuestra muerte, pasamos en tránsito por distintos momentos de maduración, que necesariamente tenemos que cumplir en la consecución de nuestro desarrollo y equilibrio.


De no ser así, la naturaleza en su sabiduría, nos presenta distintos síntomas para ayudarnos a conseguir lo que nos está haciendo falta actualizar.


En cada momento existe una forma única, personal, particular e idiosincrásica de producir una alteración de nuestra fuerza vital, que se va a reflejar en nuestros síntomas raros, extraordinarios, peculiares y característicos, que van a ser expresión del estado de nuestro dinamismo, que busca alcanzar paz, amor, fuerza, justicia, verdad, belleza, bondad.


La toma del caso en sus distintas formas, según las diferentes escuelas homeopáticas de abordaje del estudio del ser vivo en estado crítico que nos consulta, debe conducirnos a darnos cuenta de en qué lugar se haya la satisfacción existencial del paciente, y cuáles son los desafíos que tiene en su momento presente, los que ha tenido en el pasado, según su historia biopatográfica, y la de su clan familiar.


Además, hemos de tener presente la época histórica en la que el ser humano se está moviendo, las distintas modas sociales de actitudes y pensamientos, los distintos comportamientos estereotipados, que no se deben de tener en cuenta para categorizarlos como síntomas del caso concreto, por ser comunes, ya que éstos no nos sirven para individualizarlo.


Hay múltiples ejemplos de esta afirmación, y los síntomas que son repetidos en la mayoría de la población, no son de relevancia ni de valor determinante para dar tal o cual medicamento.


Los que sí son de interés para la prescripción acertada, son aquellos síntomas que manifiestan una ocupación y manifestación del paciente muy concretos, en algo que la mayoría pasa por alto y no lo tiene presente en su consciencia, y que determina el momento preciso, siempre subjetivo, (estado anímico), en el que éste se está moviendo.


Existen por suerte unos esquemas específicos para determinar si el medicamento debe ser de origen animal, vegetal o mineral, así como en cada uno de los reinos, palabras y temáticas claves, que nos van orientando para llegar al remedio único a prescribir.


También sabemos cómo determinar los distintos estadios de la vida en un proceso desde el nacimiento hasta su final, así como los nombres, los hechos, las emociones, las fantasías, las sensaciones y la energía de base que hay en cada familia de animales y de plantas, como en las filas y columnas de la tabla periódica de los minerales.


Analizando de esta manera, mediante el conocimiento de la individualidad morbosa, conociendo al paciente en aquello que podemos decir que lo diferencia del resto, es el modo en que podemos llegar a la individualidad medicamentosa, y así ir corrigiendo su patología crónica.


La tarea de la relación médico paciente, es la de formar un equipo, donde el primero tiene que poner en juego su cualificación y dedicación de observación libre de prejuicios, y de etiquetas nosológicas diagnósticas, y el segundo, la caza veraz, y lo más detallada posible de sus síntomas, en un estudio de observación de sí mismo, para proporcionar al médico los síntomas a analizar y dar forma concreta, para tener un cuadro fiel de lo que le ocurre, y poder posteriormente, observar su evolución.


De ser así, tanto en las situaciones de agudización, como en las de evolución de la patología crónica, tanto si es más o menos curable, como si no, ( lo que depende de la vitalidad del paciente), nuestra implicación e intención de devolver y mejorar la salud lo más posible, siempre se verá recompensada desde la lactancia hasta en los momentos terminales, ya que la medicina homeopática está en disposición de aprovechar lo máximo posible la fuerza vital que tenemos a nuestra disposición, actualizándola, para cumplir lo que en ese momento histórico de la vida del paciente se presenta como necesario.


El principal desafío de la medicina actual es tener la sensatez, serenidad, paciencia y respeto del momento que tiene cada ser humano cuando nos consulta, de cuáles son sus auténticas dificultades y de cómo favorecerle una vida más fuerte, plena, contenta, creativa, generosa, e integrada con el resto de sus congéneres en sociedad.


Para eso realizamos el intento de observar en todas las dimensiones del ser, desde su alma inmortal hasta la parcela local más concreta de su cuerpo, considerando que este esfuerzo, por su dificultad y complejidad, es totalmente desaconsejado de la prisa, la paliación innecesaria, la supresión que profundiza la patología hacia el interior, y la superficialidad fácil de creerse que es sencillo conseguir lo que requiere mucha fe, disciplina, concentración y paciencia.


Todos tenemos una forma particular y única de ser responsables de la marcha de nuestra especie, y tenemos suficiente poder potencial personal como para, gracias al despeje en nuestra mente y en nuestro corazón, ponernos manos a la obra de tener el mundo dichoso, y dibujar el paraíso anhelado a cada instante.


La lección 54, después de un poco más de dos años de explicaciones y enseñanzas de cómo actuar con la medicina para propiciar el bienestar general, tiene que servir para abrirnos a la fe en la posibilidad de la consecución de un mundo mucho más dichoso, siempre empezando por el propio, porque está en nuestras manos lograrlo a cada instante.


Dr. Angel Lara, 29/4/2023, queriendo unir voluntades de forma más que práctica, en la tarea común de celebrar la abundancia de recursos y de vida que tenemos a nuestro alcance.

 
 
 

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